martes, 28 de mayo de 2013

Me dio envidia, rabia y pena,
todo junto y revuelto,
porque esta vez se fue para siempre
y yo me quedé para siempre.

Esto es mejor,
que se quede allá,
que se muera allá,
entre casas color vómito,
pescados podridos
y ese ascensor de mierda que no sirve para nada.
Que no vuelva nunca y que salga de mí,
que no vuelva nunca y que salga de mí.

No lo quería
pero me había acostumbrado a él
y a veces,
él se acostumbraba a mí,
pero no siempre,
por eso se fue
y ni si quiera me dio un beso sin ganas, de despedida.

miércoles, 24 de abril de 2013

Reloj de bolsillo


    "Mientras este reloj camine yo te voy a querer”, le había dicho su marido años atrás cuando aún eran novios. Por eso, el domingo que María despertó para ver que el reloj estaba quieto, dejó la casa tirada y partió corriendo a una relojería.  
    Recién a la hora de almuerzo encontró un lugar abierto. Con el apuro y la angustia ni miró las pilas, se las embutió y para su alivio, vio como se movía el palito largo por unos segundos.
    Volvió tranquila a su casa. A medio camino le bajó un ataque de risa por la ridiculez que había hecho y continuó riendo hasta que abrió la puerta. “¡Mi amor, ni te imaginas en las leseras que andaba!” gritó María.
No hubo respuesta. “¿Mi amor?” preguntó. Entonces le chocó, no había visto a su marido en la mañana. En la cocina encontró la nota, “Conocí a otra, lo siento. PD: te dejé carne en el freezer”.
Desesperada,  sacó el reloj de su bolsillo, estaba tan muerto como cuando despertó. Dio vuelta la cartera para ver la marca de las pilas “A cuenta”, leía el empaque y a María le pareció que la boleta se reía.

lunes, 18 de febrero de 2013

Que en paz descanse Don Ficus



Don Ficus llegó a mi casa antes que yo. No mucho, un año o dos, nada más. En todo este tiempo nunca entablamos conversación. Un par de veces lo saludé por cortesía pero Don Ficus nunca contestó.
Vivió sus últimos ocho años en la habitación continua a la mía, frente a una ventana para que pudiera recibir algo de sol.
Yo era mala con Don Ficus, nunca lo regué, ni le limpié las hojitas. Ni siquiera lo felicité para el día del medio ambiente y eso que él asistió a todos mis cumpleaños.
El último año Don Ficus se enfermó. El Doctor Planta dijo que sus probabilidades de vivir eran prácticamente nulas porque las raíces se habían apretado hasta el punto que ya no absorbían agua. Nos dijo también que nos salía mejor botarlo y comprar un ficus nuevo. Eso me partió el corazón ¿Cómo un ficus nuevo? ¿Así sin más?
Hoy Mamá Araña lo sacudió fuerte para despertarlo, perdió sus últimas hojitas, pero no reaccionó. Lo dieron por muerto, lo metieron en una bolsa de basura del Jumbo y me mandaron a tirarlo.
Y así, sin pena ni gloria partió Don Ficus de nuestro hogar. Antes de irme le di un abrazo, pero ya no era Don Ficus, era un cadáver de planta que nunca va a saber lo mucho que me arrepiento de no haberlo cuidado.

Julieta.

jueves, 31 de enero de 2013

Valdo

Cuando llegué no me dejaron entrar porque estaba tarde. Me dijeron que si esperaba podía participar en la segunda escena. Decidí quedarme ya que las primeras partes siempre son cortas, sobre todo si se miran desde arriba.
En el colegio estaba Valdo con sus amigos, con mis amigas, conmigo. De pronto (pero a conciencia) se materializó una sala de clases. Valdo no pone atención, me quita el lápiz negro y raya símbolos colocolinos. Lo reto para que tome apuntes, él se ríe y me dice que soy un pastel, yo sonrío y ya no sé de lo que habla el profesor.
Cambio de escena y el tiempo se acelera:

Valdo en el patio del recreo.
Valdo y yo en el mirador, en el Bravísimo, en el auto escuchando música.
Valdo bebe y fuma y bebe y fuma hasta que ya no es Valdo.
Valdo con su amigo cruzando la calle, el amigo se detiene, Valdo no.

"¡Valdo perdón, no me dejaron entrar porque llegué tarde!"

Por fin dejé de ser espectador. Veo a Valdo, lo abrazo fuerte y lloro, "Perdón, te quiero.", le digo. "Lo sé, también te quiero pastel.", contesta. Le pido que se quede, un ratito nada más, pero no puede. Me besa en la frente y se va.
Y afuera todos creían que yo estaba durmiendo.

Julieta.