Sopita de tomates, esa es la que me gusta. No, de espárragos no, porque hacen que el pipí huela mal. Tampoco de pollo porque esa debe reservarse para cuando se está enfermo.
Quiero siempre sopita de tomates, con una taza de cabellos de ángel, sal y un poco de polvo que viene en un frasco que dice :aliño completo. Nadie sabe que trae ese aliño pero cuando lo agrego al agua roja me siento como un chef.
Sopita de tomates que se hace sola y en 10 minutos, que mata el hambre y el frío y además engorda poquito. Sopita de tomates de la que se ríe tu mamá porque la hago con salsa de frasco y no con frutas de verdad.
Sopita de tomates que esperas que se enfríe un poquito para no quemarte, y si no se puede esperar se sorbetea, así: uupprrrr. Y es que a veces la fatiga es más grande.
Sopita de tomates siempre tendremos, las risas y las travesuras también. Siempre tendremos los viajes en el auto escuchando a Favio, a Fernando Ubiergo y hasta a Luis Miguel. Siempre tendremos las noches a escondidas y los 10 minutos más "que no quiero que te vayas, que afuera hace frío".
Siempre tendremos los ojos apretados en los carretes, como un beso secreto.
Siempre tendremos las discusiones tontas que se arreglan con un abrazo por la espalda o con tomar la mano que está en la palanca de cambios, mientras cruzamos Kennedy a 100 km/hr.
Siempre tendremos los defectos y eso para mi es perfecto, es real y es nuestro.
Y sopita de tomates, sopita siempre tendremos.
Venga para aca mi antonia bourdain y me trae una sopita de tomates no natural. Esta muy bueno mi gordilla besos morbidos
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