domingo, 22 de julio de 2012
El Bus y la Muerte
El viernes fue un día extraño. Esperé paciente la C11 (en su defecto la C15) en el paradero de Escuela Militar que da a la calle Vespucio. Había un taco de puta madre así que me puse a asesinar minutos jugando solitario en el celular. El bus debió continuar hasta la Kennedy, pero en vez de eso dobló en Presidente Riesco y el hombre de al lado me miró nervioso. De pronto me bajó la paranoia: ¿y si el chofer se volvió loco? ¿y si es un terrorista y todos vamos a explotar cuando lleguemos a la altura del Parque Arauco? ¿y si me muero hoy? Si me hubiera muerto entonces vine a puro pasear, como el chaleco que se lleva al mall y nunca se usa, pero que uno lleva por si acaso. Hubiera sido un "por si acaso" en esta vida. Por suerte no paso nada, pero por si acaso, dejé de jugar solitario y miré por la ventana: ¡Que lindo estaba el día!
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